Agaporni
La palabra Agaporni tiene origen griego y significa justamente, “pájaro del amor”. Según la leyenda, estos pájaros son monogámicos, o sea, eligen una única pareja de la que son inseparables y cuando uno de ellos se muere, el otro no acopla nunca más. Por eso, el Agaporni también es llamado de “inseparable” o “lorito del amor”. La verdad es que la cría de estas aves demuestra que esto no pasa de un cuento y que el cambio de pareja, muchas veces para mejorar el colorido del plumaje o el porte del pájaro, no genera problemas.
El Agaporni es un compañero de bellas tonalidades y reducidas dimensiones, con unos trinos característicos que traen alegría a cualquier hogar. Domesticado puede convertirse en un pájaro de compañía insuperable
Características del agaporni
Dependiendo de la especie, el Agaporni varia de tamaño entre 14 y 16 centímetros. Es un ave que llama la atención por el llamativo colorido de su plumaje y es fácilmente reconocible por su cola corta y redondeada. Una de las características de su morfología más apreciada es su pico, que posee una grande fuerza. La versatilidad de sus patas hace que los Agaporni puedan utilizarlas indistintamente como pies y como manos, por eso no es de extrañar que las utilicen, además de su pico, para alimentarse y también para andar por la jaula.
No es fácil distinguir los machos de las hembras. Los creadores más experimentados logran hacerlo a partir de los huesos pélvicos, que están más alejados en las hembras, pero este método solo tiene un 30% de eficacia. En algunos casos, la hembra es más grande que el macho. Los Agaporni son muy ruidosos y les gusta tener la atención de todos a su rededor. Aunque no sean habladores como los loros, pueden emitir algunos sonidos humanos y palabras cortas. La muda de plumaje es muy común en esta especie. Las mutaciones son tantas que se hace difícil descubrir a un ave con el plumaje original. Hay más de 40 tipos de coloraciones conocidos.
Comportamiento
Además de la belleza, los Agaporni poseen un carácter alegre, vivaz, sociable y juguetón. Son compañeros divertidos y cariñosos. En general, los Agaporni viven bien en conjunto, pueden ocurrir luchas ocasionales pero nada de serio. Pueden ser criados con otras especies de periquitos, pero no se recomienda que se los junte con aves más pequeñas o más frágiles. Se pueden crear dos aves en la misma jaula. Pero la nueva ave no puede ser instalada inadvertidamente en el espacio dónde ya existe otra ave porque será tratada como un extraño. Lo mejor será colocar las aves en jaulas diferentes durante algún tiempo, aproximando las jaulas para que las aves se acostumbren una a la otra.
Son aves enérgicas y activas, que utilizan casi todo el espacio que se les ofrece. A los Agaporni de cautiverio les gusta entretenerse y para esto existen juguetes resistentes a su pico fuerte en las tiendas de animales.
Distribución
Todos los Agaporni son originarios del continente africano, excepto una de las especies, la cana, que viene de la Isla de Madagascar. Viven en una vasta región en la costa occidental de Sudáfrica, entre vegetaciones de pequeños árboles abiertos y secos, o en montañas. Según algunos autores, el Agaporni fue descubierto en 1793, sin embargo, su llegada al continente europeo se produce alrededor del año 1860, cuando Hangenbeck trajó para Europa algunas aves de color salvaje verde. Desde entonces, el Agaporni es uno de los periquitos más populares del mundo.
Curiosidades
Pertenece a la orden de los Psitaciformes y pueden llegar a desarrollar la capacidad de emitir sonidos por imitación, pero no de hablar tal y como lo harían sus parientes los loros. Entre las especies conocidas, se cuentan el Agaporni roseicollis, nigrigenis, taranta, personata, cana, swinderniana, lilianae, fischeri, e pullaria. La única especie que no es criada por el hombre es el Agaporni swinderniana, que no se adapta al cautiverio. La especia cana es particularmente fiel, y esto se ve ya que el Agaporni suele imitar el comportamiento de su pareja.
Especies de Agaporni
El agaporni es un animal del que se cuentan más de 300 especies diferentes, pero la mayoría de las clasificaciones contemplan como las más conocidas las siguientes:
- Agaporni Fischer: (15 cm.), cuyo origen está en las cercanías del gran lago africano Victoria. Su alimentación, a parte de las recurrentes semillas, admite también algunas verduras y frutas. El ejemplar femenino es un poco más grande que el masculino. Su colores básicos son: abdomen amarillo, plumas verdes y cuello y frente anaranjado. Su longevidad alcanza los ocho años. En cuanto a la reproducción, no tiene problemas en la cautividad, llegando a nacer hasta cinco polluelos que son independientes tras un mes y medio aproximadamente.
- Agaporni Roseicollis: (de 15 a 17 cm.), es un ejemplar que gusta mucho de semillas como girasol avena, mijo y, por supuesto, alpiste. La tonalidad de su cuerpo es verde, pero también se aprecia un cuello rosa y plumas rojas. Un híbrido de esta especie presenta cuello rojo y cuerpo de color amarillo. La cría se lleva a cabo sin ningún tipo de problema con una incubación de unos 23 días.
- Agaporni Personata: (14 cm.), al que también se le llama ‘enmascarado’ por su blanco anillo ocular. Puede llegar a vivir una década y su desarrollo no presenta incidencias si se siguen unas pautas de higiene marcadas. Su reproducción es igual que la del Roseicollis. Por último, señalar que los colores por los que se le reconoce son verde en el cuerpo, amarillo en el pecho y negro en la cabeza. También tiene una mutación que colorea su pecho de gris y su cuerpo de azul.
- Agaporni Cana: (13 cm.), que hunde sus raíces en Madagascar. Es muy famoso por su cabeza grisácea y por el color verde de las hembras. Un dato curioso que destaca de su reproducción es que la época de cría es el invierno en occidente, para adecuarlo a su lugar originario en el hemisferio sur. Su dieta se compone también de frutas, verduras y abundantes semillas. Se convertirá en una agradable compañía durante un periodo de hasta ocho años.
- Agaporni Taranta o de Abisinia: (17 cm.), quizá la especie más común dentro de los adorables pájaros del amor. Coincide en la línea de la monogamia y de la reproducción general del resto de sus ‘parientes’. Su desarrollo será perfecto si consideramos en su alimentación diaria las semillas más comunes y también alguna fruta o verdura extra. Su cuerpo es verde y su frente presenta una tonalidad media entre el salmón y el rosa.
En cautividad
Alimentación
Las semillas son el alimento por excelencia de los pájaros, constituyendo un menú perfecto las de avena, alpiste, girasol e, incluso, una mezcla de las mismas. Pero para completar la dieta de esta simpática ave, nada mejor que darle de vez en cuando alguna fruta, como manzana, o verduras como la zanahoria. Deberemos lavar bien este tipo de comida y dársela en trozos pequeños para que no se atragante.
En cuanto al calcio, se descartan los alimentos lácteos, puesto que un exceso de los mismos puede generar desde la pérdida de las plumas hasta el fallecimiento del agaporni, por eso recurriremos al hueso de jibia y también a las papillas a base de huevo, que fortalecen notablemente a los agapornis en su crecimiento.
Jaula
Hay que tener muy presente que se trata de aves exóticas procedentes de las zonas tropicales africanas y, por tanto, acostumbradas a otro tipo de hábitat muy diferente al de una vivienda. No obstante, suelen aceptar sin problemas la cotidianeidad. Además, es preferible que haya pasado un mes y medio desde su nacimiento para que así puedan comer por sí mismos. La jaula debe tener una anchura de 60 centímetros en adelante. Les gusta volar y hacer acrobacias, así, se recomienda que la jaula sea más alta que ancha. Es vital que el alojamiento de nuestro amigo alado se airee y no esté expuesto a malos olores.
El material de la jaula deberá ser metálico, puesto que las maderas son menos higiénicas; y fuerte, para resistir a las picadas poderosas de los Agaporni. No es necesario un calentador pero hay que tener atención a las temperaturas extremas y a los posibles cambios en la misma. Durante el día pondremos la jaula al sol indirecto un rato, mientras que por la noche protegeremos a nuestro Agaporni cubriendo la jaula con una tela que evite las corrientes de aire nocturnas y la visita de mosquitos. La base de la pajarera deberá ser de plantas naturales, como césped o algún tipo de musgo resistente, que además de servir como lugar de reposo, servirá como fuente de materiales para el nido.
La jaula debe tener perchas donde los Agaporni puedan apoyar sus patas, saltar de una a otra. Les gustan las ornamentaciones naturales como plantas y piedras. También le irá bien al Agaporni un pequeño rincón para que pueda asearse a modo de bañera. El bebedero debe contar siempre con agua potable y el comedero con alimento. Para la limpieza se pueden usar cepillos y desinfectantes. Es importante no dejar la jaula al alcance de otras mascotas como perros o gatos.
Reproducción
A pesar de que podemos aumentar la familia de nuestro agaporni a partir del primer trimestre de vida, los expertos recomiendan como fecha óptima para el comienzo de la reproducción el año de vida. Tendremos que preparar nidos artificiales y para ello nos ayudaremos de los materiales que nos proporcionan las tiendas de animales, dejando aconsejarnos por ellos.
La puesta de la hembra deriva automáticamente en la incubación de los huevos cuyo número puede llegar a alcanzar ocho, a los que la futura mamá dará calor hasta su eclosión tras una media de 25 días. El plumaje con el que nacen los pequeños agapornis se va perdiendo y el definitivo comienza a dejarse notar a partir de la cuatro primeras semanas de vida.
Si quieres disfrutar de las bellas tonalidades de un pájaro de reducidas dimensiones, nada mejor que elegir al agaporni como compañero. Sus alegres trinos te divertirán durante mucho tiempo siempre y cuando le proporciones todos los cuidados necesarios para que permanezca sano y en las mejores condiciones.
Cuidados
Los pájaros del amor son longevos, llegando a cumplir quince años los ejemplares que han sido cuidados a conciencia evitando enfermedades.
A los Agaporni les gusta el baño, por eso, las aves criadas en ambientes cerrados deben tener la oportunidad de bañarse regularmente, excepto en los meses de invierno. Si no pueden hacerlo, hay que pulverizarlas con un pulverizador de plantas de jacto ligero. Este cuidado debe tenerse en los meses de verano.
Uno de los problemas que presentan es, a la hora de la reproducción, la diferenciación de sexos, que sólo los expertos logran descubrir. El año de vida es la fecha óptima para pensar en aumentar la familia del Agaporni. Hay que prepararle nidos artificiales con los materiales secos disponibles en las tiendas de animales.
La puesta de la hembra deriva automáticamente en la incubación de los huevos cuyo número puede llegar a alcanzar ocho, a los que la futura mamá dará calor hasta su eclosión tras una media de 25 días. El plumaje con el que nacen los pequeños Agaporni se va perdiendo y el definitivo comienza a dejarse notar a partir de la cuatro primeras semanas de vida. Puede pasar que los progenitores se muestren más agresivos cuando nacen las crías, por lo que se recomienda retirar a las crías de la jaula. También puede pasar que las crías sean rechazadas por sus padres cuando ya son independientes, en estos casos hay que separar la familia.
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