lunes, 14 de octubre de 2013

LA ANACONDA

Anaconda

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La anaconda verde o anaconda común (Eunectes murinus) es una serpiente constrictora de la familia de las boas. La anaconda es quizá la mayor serpiente conocida; las anacondas hembras, son normalmente más grandes que los machos. Las anacondas hembra pueden alcanzan un promedio de entre 5 a 7 metros de largo y un peso de 45 a 80 kg, mientras que los machos alcanzan una longitud de 2 metros y medio. Esta serpiente es quizá uno de los reptiles más conocidos, siendo la más grande que se ha registrado oficialmente media 9 metros de largo y pesaba 140 kg, este es el máximo tamaño para una anaconda y el límite de los especímenes más grandes, sin embargo se ha mencionado la existencia de hembras de hasta 12 metros de longitud y 250 kg de peso, con una diámetro de hasta 40cm, pero son reportes vagos y que se sugieren tratarse con precaución. Las anacondas macho son significativamente menores, en el caso más marcado de dimorfismo sexual entre los Squamata. Este tamaño es más sorprendente en vista de la escasa longevidad del animal, que rara vez supera los 15 años, aunque se documentan casos de hasta 50 años. Está entre los 10 animales más poderosos del mundo según los zoologos.
No obstante la mayoría de los hallazgos de grandes anacondas no han sido científicamente verificados, por lo que permanece en duda cuánto pueden crecer realmente estas serpientes. En numerosos estudios científicos de campo raramente se han medido ejemplares de más de 5.5 m .
  • Nombre Científico : Eunectes murinus
  • Familia : Boidos
  • Suborden : Ofidios
  • Orden : Escamosos
  • Clase : Reptiles
  • Identificación : Cuerpo grueso y corpulento y coloración muy críptica (fondo pardooliváceo con manchas negras en el dorso y anillos de centros ocráceo en los costados).
  • Tamaño : La anaconda puede medir hasta más de 8 m de longitud.
  • Peso : Las serpientes hembras, que son cinco veces más voluminosas que los machos, pueden llegar a alcanzar los 200 kg de peso o quizá más.
  • Distribución : Cuencas del Amazonas y del Orinoco; Isla de Trinidad.
  • Hábitat : Estas serpientes suelen vivir en marjales, orillas lacustres y ríos de curso lento en zonas de bosque tropical y de sabana.
  • Alimentación : Las anacondas adultas se alimentan de aves y mamíferos, y ocasionalmente de tortugas, peces y caimanes.
  • Reproducción : La anaconda verde es vivípara y puede partir hasta más de 70 crías.

Características

La anaconda: la serpiente más corpulenta y pesada
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La anaconda, con un peso máximo que supera ampliamente los 200 kg y una longitud de más de 8 m, es el más corpulenta de los ofidios vivos (tipo de reptiles); también es posible que sea la más larga de todas las serpientes, pese a que muchos herpetólogos opinan que en este ámbito la supera la pitón reticulada (Python reticulatus).
  • CABEZA: La cabeza de la anaconda es plana y pequeña pero extremadamente musculosa, con los ojos y los orificios nasales situados en posición dorsal. Contrariamente a la boa esmeralda y otras especies arbóreas, la anaconda verde es una serpiente que no posee fosetas labiales; aún así, las terminaciones de algunos de sus nervios faciales son muy sensibles a las variaciones de la temperatura, lo que sin duda le ayuda a localizar animales de sangre caliente. Como todos los ofidios, la anaconda tiene una lengua bífida y protráctil que recoge las partículas olorosas del medio circundante. Cuando la anaconda vuelve a meter la lengua en la boca, introduce sus extremidades en dos cavidades huecas situadas en el paladar (el órgano de Jacobson). La conexión nerviosa de este órgano con el cerebro permite que la anaconda tenga en todo momento una información muy precisa sobre su entorno.
  • ESQUELETO: Como el esqueleto de otros boidos o serpientes, el de la anaconda verde muestra vestigios de la cintura pélvica y de las patas posteriores. Estas últimas terminan en unos espolones en forma de garra, situados a ambos lados de la abertura cloacal, siendo más largos en los machos que en las hembras. La diferencia no sólo es morfológica sino también conductual, ya que los machos rascan a la hembra con sus espolones para estimularla, en tanto que esta última no los utiliza. Tanto los espolones como los vestigios de cintura pélvica de la anaconda, atestiguan que los ofidios ancestrales poseían miembros posteriores bien desarrollados, lo cual no es de extrañar si se considera que este suborden tenía un ancestro común con los saurios no iguanianos y con las anfisbenas. Mucho mayores que las escamas dorsales e imbricadas como ellas, las escamas ventrales de las anacondas forman grandes placas transversales que permiten adherirse eficazmente a los sustratos no acuáticos. Aunque la anaconda se desplaza sobre todo por ondulación lateral, utiliza también en ocasiones la locomoción rectilinear. Este atípico modo de locomoción consiste en estirar el cuerpo o parte de él en línea recta y mover la piel del vientre con respecto al cuerpo; tras impulsarse hacia delante por contracción muscular al tiempo que ansia sus escamas ventrales contra el suelo, la serpiente empuja dichas escamas hacia delante hasta un nuevo punto de fricción para repetir el proceso una y otra vez.
  • OJOS: Los ojos de la anaconda son pequeños y tienen la pupila elíptica y vertical típica de los boidos; aunque no proporcionan una visión muy aguda, su posición en lo alto de la cabeza permite mirar por encima del agua como si la anaconda utilizara un periscopio. Como en todos los ofidios, los párpados están soldados entre sí y forman una lente transparente encima del ojo.
  • ORIFICIOS NASALES: Los orificios nasales de la anaconda están situados en lo alto del hocico, lo que permite que la anaconda respire con facilidad cuando nada en la superficie; cuando el ofidio se sumerge, los orificios nasales se cierran herméticamente.
  • DIENTES: Los dientes de esta serpiente son muy numerosos y afilados, son largos, cónicos y curvados hacia atrás, lo que facilita la captura y la deglución de las presas; como todos los boidos, la anaconda carece de dientes premaxilares.
  • MANDÍBULA INFERIOR: La mandibula de la serpiente anaconda se compone de dos mitades independientes que pueden moverse alternativamente sobre la presa, la posibilidad de separarla de la mandíbula superior fija hasta un ángulo de 180° permite capturar y tragar presas mucho más gruesas que el ofidio.
  • PIEL: La piel de la anaconda es muy pobre en glándulas, pero está bien dotada de terminaciones nerviosas. Este reptil tiene una dermis muy desarrollada, lo cual se refleja en las excelentes cualidades del cuero de anaconda verde (lo que no es precisamente una garantía para su futura supervivencia).
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Historia

Historia de estos reptiles : Las serpientes primitivas 
Aunque el fósil de serpiente más antiguo que se conoce tiene unos 95 millones de años de antigüedad, los datos paleontológicos parecen indicar que los ofidios se separaron de los saurios no iguanianos (los primitivos escleroglosos que ya habían empezado a agarrar los alimentos con las mandíbulas) durante el Jurásico, hace más de 140 millones de años. Del mismo modo que las actuales “serpientes ciegas” y que muchos lagartos sin patas, los primeros ofidios debían de ser animales de pequeño tamaño que capturaban diminutos invertebrados.
Posteriormente, en tanto que sus mandíbulas adquirían mayor tamaño y se volvían más flexibles, algunas de estas serpientes primitivas comenzaron a perseguir presas mayores. Con ellas se iniciaba la línea evolutiva de los aletinofidios, cuyos representantes actuales más “primitivos” (Anilíidos, cilindrófidos, etc.) son ofidios excavadores que, dotados de una boca más amplia y flexible que las serpientes ciegas, ya pueden alimentarse de vertebrados alargados, a veces de gran tamaño.
Los aletinofidios
Mientras esta primera rama de los aletinofidios se especializaba en la captura e ingestión de presas alargadas y “detenía” el desarrollo de la abertura bucal y la flexibilidad del cráneo, en otras línea del mismo grupo se iba acentuando esta tendencia. A finales del Mesozoico esta segunda línea ya estaba bastante diversificada e incluía serpientes similares a las actuales boas cuyas grandes modificaciones craneales les permitían tragar presas de mayor tamaño y de formas muy diversas.
Como los actuales pitones, otras serpientes como las boas y otros macrostomados –pues éste es el nombre que recibe la segunda rama de los aletinofidios-, estos antiguos ofidios ya utilizaban la constricción, un comportamiento que permite inmovilizar presas mucho más corpulentas y nutrirse con menso frecuencia. Algunos de estos ancestrales boidos –como, por ejemplo, Madtsoia bai- alcanzaban los 10 m de longitud y rivalizaban, por tanto, con la actual anaconda verde.
El linaje de las anacondas
Otra cosa a destacar de estas peculiares serpientes, es que durante el Eoceno los boidos empezaron a ocupar el hemisferio norte, donde el grupo de los ericinos se diversificó al tiempo que otros grupos florecían en el sur. La diversidad de los boidos sin embargo, disminuyó mucho durante el Oligoceno y sobre todo a principios del Mioceno, cuando la radiación evolutiva de los ofidios colubroides empezó a tornarse explosiva. Esta disminución del Mioceno, sin embargo, no fue obstáculo para que en Sudamérica apareciera el género Eunectes, es decir, para que se iniciara el linaje de las anacondas.
Aunque la superioridad competitiva de los más modernos colubroides no está probada, lo cierto es que los macrostomados “primitivos” actuales están muy diversificados en regiones como las Antillas (con 25 especies de boas) y Australia (con 19 especies de pitones), donde no existen esos homólogos colubroides de boas y pitones que son las víboras. Otra explicación del declive de boas y pitones frente a los colubroides es su menor adaptación a los crecientes cambios de clima que trajo consigo la era Terciaria, como parece indicar el hecho de que la gran mayoría de las especies actuales, y entre ellas las anacondas, vivan en los trópicos.

Disribución

La mayoría de las boas propiamente dichas (boidos de la subfamilia Boinas) se distribuye por América tropical, incluidas las islas del Caribe, donde el género Epicrates cuenta con numerosos endemismos. La anaconda verde, que es una de ellas, se distribuye por Sudamérica tropical al este de los Andes. Sobre todo por las cuencas del Amazonas y del Orinoco, y también por las Guayanas y la isla de Trinidad. Unas pocas boas verdaderas –las del género Candoia- vive en Nueva Guinea y las islas vecinas, lo que no deja de ser un enigma, ya que es difícil saber si sus ancestros llegaron por mar desde Centroamérica como sucedió con las iguanas del Pacífico o sí, por el contrario, los boidos se originaron en la región australiana, como los pitónidos, y colonizaron luego América.
Sea cual fuera el sentido de esta dispersión, la serpientes del género Eunectes parece estar más relacionado con las boas Condoia que con los demás boidos, lo que indica que o bien algún ancestro de las anacondas viajó hacia el Pacífico o bien éstas descienden directamente de alguna ancestral boa del Pacífico. Desgraciadamente, la escasez del registro fósil en este orden de vertebrados de esqueleto frágil (este tipo de serpientes) impide decantarse por cualquiera de estas dos hipótesis. Por la misma razón, tampoco podemos descartar por completo la idea tradicional de que los actuales boidos descienden de un antiguo grupo de macrostomados –las grandes Mastoia, cuyos fósiles se han encontrado en Madagascar, África y Sudamérica- que poblaba el continente de Gondwana, pese a que esta hipótesis no logre explicar por qué la boa constrictor está más estrechamente emparentada con las boas de Madagascar que con otros boidos de Sudamérica, incluidas las anacondas.

Especies BOINAE

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Boas del Pacífico
(Género Condoia)Las tres especies del género Condoia limitan su área de distribución a Nueva Guinea, las islas Salomón y otros archipiélagos vecinos. La boa víbora (C. aspera) y la boa terrestre del Pacífico (C. carinata) son serpientes pequeñas que rara vez superan el metro de largo; la primera de ellas tiene el cuerpo grueso y, como indica su nombre, es posible que mimetice a los peligrosos elápidos del género Acanthophis o “víboras de la muerte”. La boa arbórea del Pacífico (C. bibronii) es más esbelta y alargada (alcanza los 2 m) y, contrariamente a sus congéneres que a veces son activos durante el día, es estrictamente nocturna.
Boa constrictor
(Boa constrictor)Esta emblemática especie de serpientes no alcanza en absoluto las dimensiones de la anaconda verde o de los grandes pitones: aunque puede llegar a los 4,5 m, rara vez sobrepasa los 3 m. Extendida por América tropical y subtropical, desde el norte e México hasta Paraguay y Argentina (y en algunas islas caribeñas), no sólo se encuentra en las selvas tropicales sino también en otros tipos de hábitats, incluidos los semidesiertos, donde se alimenta de iguanas y otros lagartos, mamíferos (como agutís, tamandúas y ocelotes) y ocasionalmente de aves.
Boas de Madagascar
(Género Boa)Clasificadas hasta hace poco en los géneros endémicos Acrantophis y Sanzinia, han sido incluidas recientemente en el género Boa. La boa de Dumeril (B. dumerili) y la boa terrestre de Madagascar (B. madagascariensis) viven cerca del agua en bosques tropicales, sabanas y lineros forestales, y rara vez superan los 2 m de largo. Más pequeña aún es la boa arbórea de Madagascar (B. mandrita), que tiene una corta cola prensil y recuerda a las boas del género Corallus.
Boa arco iris
(Epicrates cenchria)Así nombrada por el brillo irisado de sus escamas, esta pequeña boa (apenas supera los 1.5 m) se alimenta sobre todo de roedores. Contrariamente a sus congéneres caribeños, tiene un área de distribución muy grande, que se extiende desde Costa Rica hasta la provincia Argentina de Córdoba.
Boas del Caribe
(Género Epicrates)Las otras nueve especies de serpientes del género Epicrates se distribuyen por las islas caribeñas y sus dimensiones varían desde los casi 4 m de la boa de Cuba (E. angulifer) hasta los 77 cm de longitud máxima de la boa de la isla Mona (E. monensis). Los otros miembros del grupo son la boa de Jamaica (E. subflavus); la de las enredaderas de la Española (E. gracilis); la de Puerto Rico (E. inornatus); E. chrysogaster, de las Bahamas y Turk y Caicos; E. exul, de las Bahamas; E. fordi, de la Española, y E. striatus, de la Española y las Bahamas.
Xenoboa cropanii
De esta especie de pequeño tamaño (cerca de 1 m de longitud) se conocen únicamente unos pocos ejemplares, que se han encontrado en el estado brasileño de Sao Pulo.
Anacondas
(Género Eunectes)Además de la anaconda verde, existen otras tres especies del género Eunectes: la anaconda amarilla (E. notaeus), la de Deschauensee (E. deschauenseei) y la de Barbour (E. barbouri). Todas ellas son semiacuáticas, con ojos y narinas dorsales; su distribución se limita a Sudamérica tropical, y ninguna alcanza las dimensiones de la anaconda verde. 
Boas arbóreas neotropicales
(Género Corallus)Los cuatro miembros de este grupo pertenecen al género Corallus. La boa esmeralda (C. caninus) de Sudamérica tropical muestra una sorprendente convergencia evolutiva con la pitón verde de Nueva Guinea (Morelia viridis), tanto en lo que se refiere a la coloración del adulto como a la variabilidad cromática de las crías, a la forma del cuerpo y a su modo de enroscarse en una rama cundo descansa en la bóveda selvática. Las otras tres especies tienen también la cola larga y muy prensil, la cabeza grande y el cuerpo bastante esbelto; son la boa arbórea común (C. hortulanus), la boa de Cook (C. enydris) y la boa de Costa Rica (C. annulatus).
SUBFAMILIA ERICINAE
La mayoría de los ericinos están adaptados para excavar en sustratos blandos y de ahí su nombre común de “boas de arenas”. El género Eryx, que de nombre a la familia, cuanta con once especies distribuidas por el suroeste de Asia y el norte de África. Una de ellas, la boa jabalina (E. jaculus), no sólo vive en Asia Menor sino también en el este de Europa; otra, la boa de arena de Arabia (E. jayakari) muestra varias adaptaciones para vivir en los sustratos arenosos, tales como una superficie ventral cóncava y unos ojos y narinas dispuestos dorsalmente. Los ericinos cuentan también con dos especies en el Nuevo Mundo; la boa de goma (Charina bottae) del noroeste de Norteamérica y la robusta boa rosada (C. trivirgata) del suroeste de Estados Unidos y del noreste de México. Una tercera especie de este género, la boa excavadora de Calabar (C. reinhardtii) vive en las pluvisilvas del oeste de Africa y es una de las pocas boas ovíparas.
FAMILIAS TROPIDÓFIDOS Y BOLIÉRIDOS
Denominados respectivamente boas enanas y boas de la isla Redonda, los tropidófidos y los boliéridos pertenecen a un linaje algo más reciente que los boidos y los pitónidos. Los cuatro géneros de boas enanas se distribuyen por América ecuatorial; son nocturnas y vivíparas, y algunas especies tiene una coloración muy brillante; una de ellas, la boa enana de Oaxaca (Exiliboa placata) fue descubierta en 1968. Las dos únicas especies de boliéridos (Casarea dussumieri y Bolyeria multocarinata) son exclusivas de la isla Redonda, en el Índico. La primera, que es una serpiente ovípara y se nutre de geckos, está amenazada de extinción. La segunda, cuya biología se desconoce, está probablemente extinguida desde los años setenta.

Hábitat y comportamiento

La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere y los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas, por lo que es raro encontrarla a gran altura. Pasa la mayor parte del tiempo sumergida, acechando a su presa; la posición de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora.
La anaconda caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y sofocarlos, ya que atacan extremadamente rápido por lo que en algo más de 10 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su víctima. Contra la creencia habitual, la constricción no mata por lo general directamente a la víctima, sino que le impide respirar, presionando el tórax para imposibilitar la inhalación, y lo logran por la inmenza fuerza de su cuerpo, se enroscan a su presa y formando anillos con su cuerpo ejerciendo una tremenda presión que termina sofocando a su presa. Así lo muestra un estudio con una anaconda de 5.8 m y 40 kg, que empleando un medidor de presión en su alimento (un pato grande) se comprobo que estas serpientes ejercen una presión de 6.5 kg por centimetro cuadrado, casi 4,000 kg en total, opacando las estimaciones que se daban de unos 900 kg, por lo que es la presión más grande que se tiene conocimiento de la cual puede ejercer una animal.
La anaconda no necesita triturar a su presa, puesto que su mandíbula —como en todas las serpientes— se desencaja, permitiéndole tragar el alimento entero y utiliza su fila de dientes interior, las serpientes tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar, para ir avanzando sobre su alimento e irla introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormita en una rama lo suficientemente fuerte para soportar su peso o a la vera del agua.
La anaconda es una serpiente capaz de consumir presas de gran tamaño; el carpincho es una de sus víctimas predilectas, así como ejemplares jóvenes de tapir, pecarí, ciervo, y aún caimanes en caso de necesidad, e incluso se sabe que han devorado jaguares y cocodrilos. Se alimenta también de huevos, aves, diversos roedores y otros reptiles menores.

Alimentación

Caza e ingestión
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Como todos los macrostomados primitivos, la anaconda verde mata por constricción y carece de glándulas de veneno. A menos que la presa sea tan pequeña e inocua que se pueda tragar viva, la serpiente se enrosca en torno a ella, apretando firmemente el cuello para evitar sus mordiscos, y la mata con un estrujón letal que detiene su respiración y su circulación sanguínea. Una vez cesan los últimos estertores de la víctima, la anaconda desenrosca sus anillos y, con sus mandíbulas muy dilatadas, inicia la laboriosa y a veces lenta tarea de engullirla.
Cuando se trata de una presa de grandes dimensiones, la ingestión, que empieza casi siempre por la cabeza, puede durar varias horas, hasta seis o más si el animal es de formas redondeadas. Si la presa es alargada y su piel no presenta grandes asperezas, la ingestión suele ser en cambio bastante más rápido. Como sucede con muchas otras serpientes, la piel del cuerpo es lo bastante flexible como para la presa se desplace por su interior sin dañarlo, empujada en su avance por la acción de los huesos de la mandíbula; como en ellas, la ausencia de cintura pectoral e incluso de esternón permite que la presa se deslice fácilmente desde la boca hasta la entrada del estómago, movimiento que se ve facilitado además por la flexibilidad de la costillas.

Presas principales

Hábil nadadora, la anaconda verde puede recorrer velozmente pequeñas distancias bajo el agua o en la superficie, donde es capaz de alcanzar la velocidad nada despreciable de 6 m/s. En tierra, por el contrario, sus movimientos son lentos y pesados, y de ahí su reticencia a abandonar el medio acuático. Pese a ello, los peces forman una parte muy pequeña de la dieta de esta serpiente; sus presas más usuales son aves acuáticas y roedores, incluidos agutís, pacas y el mayor de todos ellos, el capibara, una especie semiacuática que puede alcanzar los 65 kilos de peso.
Poco especializada en la elección de su alimento, la anaconda ataca también muchos otros tipos de animales, desde lagartos y tortugas acuáticas hasta pecarís y cérvidos a los que captura cuando van a abrevar. En ocasiones entabla duelos con caimanes de más de 2 m a los que por lo general consigue matar enroscándose en torno de su cuerpo. Tras un festín de estas proporciones, la anaconda suele quedarse en ayuno durante semanas o incluso meses. Entretanto, y hasta que la presa no ha sido digerida por completo, permanece inactiva y resulta vulnerable a la depredación. Si se trata de una anaconda adulta, esta vulnerabilidad sólo es teórica, ya que pocos animales se atreven con ella, pero no sucede lo mismo con los ejemplares muy jóvenes, que pueden ser presa de caimanes, jaguares, ocelotes u otros depredadores.
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Reproducción

Las pelotas reproductoras
Según muestran los escasos estudios de campo realizados hasta la fecha, cuando una hembra anaconda está disponible sexualmente emite una feromona olfativa que es detectada por los machos de la zona hasta una distancia de 5,5 km. Estas serpientes, atraídos por el irresistible olor de la hembra y utilizando sus lenguas bífidas como antenas sexuales, los machos acuden y se apelotonan en torno a ella formando un grupo de apareamiento que el biólogo Jesús Rivas y su esposa Renée Owens denominan una “pelota reproductora”. La cohesión de estos extraños grupos puede perdurar hasta cinco semanas y se supone que la fuerza que los mantiene unidos es el poder ineludible de la feromona.
Pese a su apariencia estática, las pelotas reproductoras son en realidad partidos de lucha a cámara lenta en los que los machos intentan introducirse por la fuerza, retorciéndose sin tregua, para poder aparearse con la única hembra. La existencia de estas pelotas plantea numerosas cuestiones, como por ejemplo si la hembra es fecundada por un solo macho o por varios; si el que mejor la estimula es el ejemplar de mayor tamaño o el primero en llegar junto a ella; o qué hacen exactamente las serpientes en estas pelotas durante tanto tiempo.
Apareamiento y cría
Antes de un apareamiento que puede durar varias horas, el macho de la anaconda consigue introducirse rasca a la hembra con sus dos espolones para predisponerla sexualmente. Finalizada la cópula, el macho deposita una protección en la cloaca de la hembra, pero Jesús Rivas cree que sus rivales son capaces de sortearlo para depositar su propio esperma. Una vez fecundada, la hembra, que ha procurado llegar al apareamiento con la panza llena, no ingerirá alimento alguno durante los siete meses de gestación.
Estas serpientes son vivíparas como los demás boidos, las hembras de anaconda verde pueden parir hasta más de 70 crías aunque por lo general este número oscila en torno a las 40, lo que equivale a la tercera parte de su peso corporal; si la progenie es más numerosa, el peso de la anaconda después del parto puede reducirse hasta casi la mitad. Contrariamente a los ovíparos pitones y al igual que los demás boidos, las anacondas no cuidan a sus crías y éstas, que miden entre 60 y 80 cm de longitud y poco más de 3 cm de diámetro al nacer, tienen que defenderse por sí mismas. Presa fácil de depredadores tales como ocelotes, caimanes y otros animales de menor porte, las jóvenes anacondas sufren una gran mortalidad durante su primer año de vida.
Pero la vida adulta de la anaconda también tiene sus peligros. Aunque las anacondas verdes son los depredadores más formidables en las escasas 20 hectáreas que constituyen su área de deambulación, capturar e ingerir un caimán de más de 2 m o un capibara de afiladas uñas no siempre es un asunto fácil. Muchas anacondas adultas muestran cicatrices causadas por estas breves aunque feroces luchas y hasta con que alguna de estas herida se infecte, o que la lesión infligida sea grave, para que la reina de las aguas quede expuesta al acoso de los otros depredadores de su entorno.

Fotos

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